45 millas/72 km, 942 pies/287m de subida
La distancia entre Chillán y Los Ángeles es 112 km por la Ruta 5 pero mucho más si no se quiere circular por la autopista principal. Me habrían dicho que había alojamiento en el pueblecito de Yungay a mitad de camino, así que me dirigí allá. No me acuerdo mucho del viaje aparte de que fue un día fácil.
La foto muestra una finca típica de Chile.
En la entrada al pueblo vi una tienda con un letrero en frente ofreciendo
habitaciones en alquiler, "infórmese aquí". Lo hice pero me dijeron que no,
que no había habitación disponible. Afuera en la acera un hombre me dijo
que había un residencial en el pueblo y me indicó como llegar. Pero una mujer
pasó en ese momento y dijo que había un lugar mucho más cercano con una
habitación disponible y comenzó a guiarme hacia allá. No quise ser tan
descortés como para irme en la otra dirección y obviamente ignorar su ayuda, de
manera que la seguí a una cocinería (un restaurante pequeño) a la vuelta
de la esquina.
Sí, había una habitación disponible. Resultó ser básicamente un trastero al fondo del restaurante con una litera de dos niveles adentro. La litera pareciía ser utilizada principalmente para guardar colchones desgastados y vi sólo una cosa que parecía más o menos una sábana, así que decidí en secreto que sacaría mi saco de dormir de emergencia y el colchón Thermarest esa noche y me acostaría en el piso. Había un baño poco elegante pero utilizable a unos pies en el pasillo. La temperatura del agua vaciló entre tibia y fría, pero por lo menos me pude lavar.
En el "dormitorio" arrastraron las cajas de botellas vacías hasta el
borde y me preguntaron si podía salir por un tiempo - limpiarían mi cuarto
para cuando regresara. Les dije que no se preocuparan, no me importaba.
Todavía eran a primeras horas de la tarde así que puse mi bicicleta en la
habitación y me paseé por la plaza para mirar a la gente y estudiar la
guía de conversación Lonely Planet para pasar el tiempo.
Regresé y me duché y me vestí a tiempo para la cena en el comedor. De costumbre el restaurante no estaba abierto para la cena. Por eso creía que comería sólo. Sin embargo, poco después de sentarme, entraron dos niños. Tuvimos una conversación maravillosa mientras comía aunque tuve que explicarles por qué no hablaba bien. Daniel tenía 6 años y la niña (cuyo nombre no entendí) tenía 8. Me dijeron que no eran hermanos, sólo amigos. Intercambiamos las historias de nuestras vidas, por lo menos hasta lo que mi poco español me permitía. Disfrutaron aprendiendo las palabras en inglés de todos los objetos del salón. Además, a su edad es posible que recordarán algunas. Querían saber si todo el mundo en América era tan alto como yo, si había niños en América, etc.
Más tarde hablé con la mamá. Me dijo que se llamaba Claudia. Le dije que es similar a Claudio Arrau, el mundialmente-famoso pianista que nació en Chillán. Pareció muy contenta con la comparación.
Cuando me estaba preparando para acostarme, me di cuenta de que alguien había
traído una verdadera cama a la habitación con sábanas, cobijas y todo.
Dormí bien.